viernes, 26 de diciembre de 2008

El clero de Palma del Río a mediados del siglo XVIII


Llega a nuestras librerías una publicación presentada recientemente, dedicada al clero palmeño en un momento muy concreto como es mediados del siglo XVIII, y editada conjuntamente por Saxoferreo y Cajasol. A través de Una contribución a la historia de la Iglesia: el clero de Palma del Río (Córdoba) en el siglo XVIII, su autora (la joven historiadora Catalina Valenzuela García) realiza un exhaustivo estudio del clero palmeño en ese momento del Antiguo Régimen. Para ello utiliza como fuente primordial el Catastro del Marqués de la Ensenada.

El Marqués de la Ensenada, Zenón de Somedevilla y Bengoechea, fue un político con especial conocimiento de la Hacienda Pública. Nació en Alesanco (La Rioja) en 1702 y murió en Medina del Campo (Valladolid) en 1784. En 1743 el rey Fernando VI le nombró Secretario de Hacienda, Guerra, Marina, Indias y Estado. Al poco tiempo de ocupar estos cargos propuso una reorganización completa de ingresos y gastos de la Hacienda Pública, que además incluía reformas de índole social; es lo que se conoce con el nombre de Catastro del Marqués de la Ensenada.

Este catastro fue una aspiración de este marqués que pretendía establecer el impuesto de Única Contribución, al mismo tiempo que quería eliminar la gran cantidad de impuestos que percibía la Hacienda Real, que veía reducidos sus ingresos por los gastos de cobranza de demasiados recaudadores. Fue una reforma fiscal que intentaba averiguar la cantidad que se cobraba de todos los impuestos y conseguir una estadística de la riqueza de la población del reino de Castilla y León. Con estas averiguaciones se quería hacer un reparto de la contribución entre los vasallos de una forma más justa y equitativa. Para averiguar estos datos se siguieron estos procedimientos:

1. Conseguir de las autoridades de cada población y de peritos, nombrados por los pueblos y por el Estado, respuestas a un interrogatorio de cuarenta preguntas. Estas respuestas se conocen con el nombre de Respuestas Generales.

2. Hacer una relación con las respuestas que daban los vecinos cabezas de familia, de todos los bienes que producían alguna riqueza y el producto que supuestamente se sacaba de estos bienes. Toda esta información quedaba englobada en los libros denominados Respuestas particulares. Con estas diligencias se realizaron dos copias encuadernados, en uno o varios tomos, bajo el epígrafe de Seglares y Eclesiásticos.

Así pues, esta fuente documental nos aporta gran cantidad de datos para conocer aspectos fundamentales de nuestra localidad a mediados del siglo XVIII. A lo largo de las respuestas que van dando los vecinos mencionados vamos conociendo datos sobre sus campos, sus cultivos, sus casas o sus gentes, de qué vivían, así como el número de vecinos, las dimensiones del término y sus límites. De este modo tales, libros se han convertido en una fuente inagotable de datos que nos ayudan a conocer más y mejor la historia local desde tres puntos de vista: económico, político y religioso.

Ambicioso proyecto fue el que emprendió Catalina Valenzuela y, visto el resultado, llevado a buen puerto. Sin duda que este tipo de estudios son muy necesarios para cualquier localidad y esta nueva publicación viene a llenar el vacío bibliográfico existente para este estamento social que fué tan importante durante el Antiguo Régimen.

martes, 23 de diciembre de 2008

La Joya de la Corona



"El convento de Santa Clara de la villa de Palma, Obispado de Córdoba, Provincia de Andalucía, es el segundo de religiosas, que govierna la Provincia Santa de los Angeles; es grande a todas consideraciones, ya por la nobleza de sangre, y muchas ilustres señoras de la nobilísima casa de los Condes de Palma, que por impulso del Espíritu Santo vivieron, y murieron en él, vestidas del pobre hábito de Santa Clara con vidas exemplares; (...)".
GUADALUPE, A. Historia de la Santa Provincia de Los Ángeles de la Regular Observancia y Orden de Nuestro Seráfico Padre San Francisco. Madrid, 1662.


El origen del convento de Santa Clara se remonta a finales del siglo XV, cuando D. Juan Manosalbas, Caballero Veinticuatro de la ciudad de Córdoba, mató a puñaladas a su mujer pensando que le era infiel. Más tarde supo que sus sospechas eran infundadas y queriendo expiar sus culpas, mandó fundar un convento en la localidad. Para ello legó unas casas solariegas de su propiedad cercanas a la Iglesia de Santa María. El Papa Alejandro VI, mediante Bula firmada el 13 de marzo de 1498, accedía a la fundación de un convento de la Orden de Santa Clara. En ella se especificaba que debía contar con iglesia, cementerio, campana, campanil, dormitorio, refectorio, huerto y otras oficinas necesarias. Poco después, los Condes de Palma, Luis Portocarrero y Francisca Manrique, ampliaron los edificios y el patrimonio del convento, y en 1510 llegaron las primeras monjas procedentes del convento de Santa Clara de Andújar.


El conjunto de dependencias que conforman el entramado del inmueble constituyen una auténtica joya del mudéjar en la provincia de Córdoba: la Joya de la Corona de Palma. Su iglesia que aún conserva su estructura original y el magnífico claustro la hacen ser uno de los monumentos más destacados de la localidad palmeña. En noviembre de 1970 la comunidad de clarisas abandona el edificio. Desde entonces ha permanecido en situación de abandono y semi-ruina.


La fotografía que ilustra esta entrada corresponde al año 1997, cuando, tras un invierno especialmente lluvioso, algunas dependencias sufrieron un espectacular desplome. Este hecho, sin duda, marcó un antes y después en el devenir del edificio. Por primera vez los palmeños veían peligrar uno de sus inmuebles más emblemáticos y se alzaron las primeras voces reclamando que se debería hacer algo para su salvaguarda. Nuestros políticos también fueron conscientes del peligro que se cernía sobre parte de nuestro patrimonio y poco después se comenzó la rehabilitación de Santa Clara mediante las denominadas Escuelas -Taller (previo acuerdo de cesión con el Obispado de Córdoba). Se inició entonces un intenso debate sobre qué tipo de instalaciones se debían ubicar en el convento una vez concluyesen las obras de rehabilitación. Finalmente, quedó más o menos claro que el convento albergaría el futuro Museo Municipal de Palma del Río junto con una parte dedicada a Hospedería Rural, por aquello de la importancia del turismo en el desarrollo de localidades basadas en la economía agrícola.


Diez años después, leo recientemente unas declaraciones del actual alcalde de Palma del Río en las que se congratula de que para marzo próximo se inaugurarán las nuevas instalaciones. Pero, ¿el Museo también se inaugurará en esa fecha? En sus declaraciones no hay la más mínima referencia al Museo, sólo a la Hospedería, que ahora ha pasado a llamarse Escuela de Hospedería.

martes, 16 de diciembre de 2008

Los puentes de Palma del Río

Cerca del sitio donde el galano de los ríos, el Genil, tributa y reparte generosamente en sus riberas los últimos alientos de sus rápidas corrientes, y perdiendo el nombre de Genil se hace uno mismo con Guadalquivir, entrando en él por la siniestra de sus corrientes para pagar juntos y unidos al César de los ríos, que es el mar, el tributo debido como a origen de donde bebieron su claro y cristalino ser. Aquí es donde goza su antigua situación la celebrada villa de Palma, feliz pueblo por el hermoso cielo que lo cubre, (...)”. (Fray Ambrosio de Torres y Orden, Palma Ilustrada, Sevilla, 1774).


Palma del Río se encuentra ubicada en una comarca dominada por los dos grandes ríos de Andalucía, Genil y Guadalquivir, situación que condicionaría de una forma extraordinaria las comunicaciones de la villa con el exterior, realizándose éstas a través de barcas ubicadas en ambos ríos.

A mediados del siglo XVIII encontramos una descripción de los medios que se utilizaban para cruzar dichos ríos: “Que hay un Puente en el arroyo que llaman de Retortillo de la que corresponde solo a esta villa la mitad, y la otra a la de Peñaflor por ser el citado arroyo divisorio de los dos términos la que no utiliza maravedis algunos. Que hay dos Barcas pertenecientes a el Conde de esta villa, una sobre el Río Guadalquivir con un barco anexo a ella propia del Conde de esta villa, y sirve para el paso de las personas, caballerías y carruajes que transitan por este término, forasteros, y de esta población. La otra esta sobre el Río Genil y solo sirve para el pasaje de las personas, caballerías mayores y menores, (...)”.


Puente romano sobre el río Retortillo

En un principio, la red romana tuvo como finalidad prioritaria asegurar el dominio militar de los territorios conquistados, para posteriormente, una vez realizadas las necesarias ampliaciones, posibilitar el fluido desarrollo de las actividades administrativas y comerciales.

La principal arteria comercial de la Bética fue el río Baetis, en torno al cual se organizó la red de comunicaciones terrestres por las que se transportaban las materias primas para su posterior embarque en los puertos fluviales. Destaca de esta red la vía Corduba-Hispalis por la margen derecha del Baetis, que cruza el Norte del término municipal de Palma del Río. En el trazado de dicha vía se conservan los restos de un puente sobre el río Retortillo, de fábrica romana, que viene a confirmar la antigüedad de esta ruta. Estos restos se encuentran ocultos por la presencia de otros tres puentes: el de la carretera comarcal 431; el de la línea férrea Córdoba-Sevilla; y un tercero, actualmente derruido, originario de época moderna o contemporánea.

Este puente romano está construido a base de sillares de piedra caliza, contaba originariamente con cinco arcos, de los cuales cuatro han desaparecido, conservándose tan solo restos de las pilas sobre las que estas se apoyaban.


Puente de la Alegría

No es hasta el siglo XX cuando Palma contará con su primer puente de fábrica sobre el río Genil. Este puente se puede incluir dentro de los grandes proyectos de obras públicas desarrolladas durante la Dictadura del General Primo de Rivera. Así, se conserva en el Archivo Histórico de Palma un documento en el que se hace referencia a la petición de un concejal del Ayuntamiento por la cual solicita se instalen unas barandas en el nuevo puente, las cuales proporcionen mayor seguridad a los viandantes. La respuesta que recibe este concejal es que las barandas reúnen las condiciones de seguridad, puesto que el Ayuntamiento había recibido provisionalmente el nuevo puente el 31 de marzo de 1931. De esta manera sabemos la fecha de finalización de la construcción del puente.

Durante la Guerra Civil este puente sufrirá numerosos daños, motivados por la voladura parcial del mismo, en un intento de detener el avance del ejército rebelde.


Puente de San Francisco Javier

Para pasar el Genil usaban de un puente artificioso de madera muy parecido al de Sevilla, con sola la distinción de que los barcos, donde se estriba el plan del puente, se fijaban en la tierra; pero las violentas aguas del Genil, furiosamente, arrebataban de las huertas grandes y crecidos árboles y arruinaban fácilmente el industrioso y débil puente” (Fray Ambrosio de Torres y Orden, Palma Ilustrada, Sevilla, 1774).

Casi todos los años, en las épocas de fuertes lluvias, las crecidas e inundaciones del Genil afectan al puente construido con barcas, unas veces destruyéndolo por completo y otras imposibilitando su uso.

En 1773 se comienza la construcción de un puente de piedra, la cual se paraliza tres años después, retomándose de nuevo la construcción en 1803. Este puente quedaría inconcluso.

A mediados del siglo XIX se reutilizan las partes del puente que se habían construido añadiéndole una pasarela de madera. Este puente comienza a ser conocido como de San Francisco Javier, y era propiedad de la familia Gamero Cívico.


Puente de hierro sobre el Guadalquivir

Originariamente, el paso del Guadalquivir se realizaba por medio de barcas. Así, a mediados del siglo XIX existían dos: una perteneciente al Duque de Híjar (Conde de Palma) y la otra a un particular, quienes cobraban un arancel por el paso del río, siendo este superior para los foráneos que para los palmeños.

A mediados del siglo XIX, como consecuencia de la construcción de la línea férrea Córdoba-Sevilla, Palma contará con su primer puente sobre el Guadalquivir. El trazado de la mencionada línea establecía su tránsito por Palma y Écija, pero ante el gran coste que suponía para la empresa concesionaria, se decidió modificar el trazado. De esta manera, Isabel II aprobó la modificación de la línea, pero a cambio la empresa concesionaria debía construir un puente sobre el Guadalquivir para poner en comunicación Palma y Écija con la línea férrea. En septiembre de 1862 la propia Isabel II inauguró el puente, el cual era de madera y fue diseñado por los hermanos Darget. Desgraciadamente no poseemos ninguna descripción del puente, únicamente sabemos que tenía una anchura de 7 metros y que el Cabildo Municipal impuso como condición que debía contar con dos apartaderos a cada lado. En la madrugada del 20 de enero de 1867 una gran crecida del río arrasó el puente en su totalidad.

A este primer puente de madera le seguiría uno de hierro, el cual podemos contemplar en la actualidad. En la primavera de 1884 comenzaron los trabajos, llevados a cabo por la Sociedad Cail de París. Parece ser que el proyecto original fue obra de Jaime Font. En 1885 quedó terminada la obra, como así consta en una placa que se conserva en el puente, sin embargo, el tráfico no se abriría hasta agosto de 1887.


Nuevo puente sobre el Guadalquivir que sustituye al de hierro


Fotografías: Museo Municipal de Palma del Río.